BARILOCHE

No hay sensación más agradable que aquella experimentada al saber que has elegido el mejor hotel. Lo supe desde el momento que moví las cortinas y salí a la terraza de la cabaña. Vi unas montañas nevadas en la cima y frondosas en la base, que se escondían detrás de un lago color azul intenso que brillaba con el resplandor del sol. El clima, además, bastante agradable: fresco pero no frío y muy soleado durante los 4 días de mi estadía en la Patagonia.

Bariloche es una pequeña ciudad, más bien pueblo, en el que se encuentran los típicos souvenirs en sus calles céntricas. El chocolate es el gran protagonista (el Turista, Abuela Goye y Mamuschka son algunos de los locales chocolateros más concurridos), pero las mermeladas de frutos rojos patagónicos valen el sobrepeso en la maleta, porque son tan buenas que hay que llevarse 10. 

El Cerro Catedral es otra de las paradas obligatorias, ideal para los amantes de los deportes extremos como el esquí y el snowboard, pero que sin embargo es bastante family-friendly como para ir con niños pequeños e incluso personas mayores. Vale la pena subir tanto en el teleférico como en las sillas que te llevan a la cima. El Cerro Otto también es otra buena opción para ir con la familia, y para los más aventureros, anímense a hacer un hike en lugar de tomar el teleférico, la vista es hermosa y la subida no es tan empinada. 

Pero la verdadera belleza de Bariloche radica en aquellas zonas en donde la mano del hombre no ha tocado la naturaleza. Mi spot favorito: Bahia Lopez, una especie de playa increíble con agua cristalina y montañas de fondo que dan ganas de quedarse para siempre viviendo ahí.

Adriana PorrasComment