Aprender a amar tu caos
Lo primero que deberías saber es que no te voy a decir como superar tu crisis de cuarto de siglo. Es inevitable. Tienes que vivirla. De hecho, toda mi vida he buscado una guía como esa que me ayude aunque sea un poco.
Después de tener uno de los años más difíciles de mi vida (y apenas va por la mitad), decidí escribir eso que yo misma buscaba leer desesperadamente. He tenido experiencias desagradables y que me han cambiado (espero que para mejor). Mudarme, tener roommates locas, casi ser atacada por un tiburón, terminar relaciones, dejar amistades, y un horrible accidente automovilístico son algunas de las aventuras que he tenido este año. Llámelo crisis de cuarto de siglo o como guste, todas me han cambiado muchísimo: soy un poco más frágil pero mucho más sabia. Y me hago más fuerte cada día. Física y emocionalmente. Hay un lado positivo en cada historia. Solo quiero contar la mía, incluso si no le hago justicia, porque siempre hay algo que aprender.
Así que aquí está. La primera reflexión de cuarto de siglo. Se llama "Aprender a amar tu caos".
Es difícil ver esa luz al final del túnel cuando todo parece derrumbarse a tu alrededor, está oscuro, estás solo y por más de que grites, sientes que nadie te escucha. La vida siempre nos pone períodos de prueba en los que las únicas dos opciones son o rendirse, o aprender. He pasado por el año más duro de mi vida: mi año de crecimiento. Me di cuenta de que hay situaciones repetitivas en mi vida por algún motivo. Alguna lección tengo que aprender hoy de ellas. En medio de mi caos y de todo lo que está mal, sigo teniendo razones para seguir creyendo que voy a salir de esto. A partir de hoy decido enfocarme en lo positivo y quiero compartir algunas lecciones que he aprendido en medio de mi caos. Mi accidente me movió el piso y a pesar de haber tocado fondo, me enseñó algunas de las lecciones más valiosas de mi vida.
1. El odio no sirve para nada. Llevaba mucho tiempo acumulando sentimientos de rabia, resentimientos hacia personas que me hicieron daño y frustración por no poder entender ciertas situaciones. Todas esas emociones dañinas estaban ocupando muchísimo espacio valioso en mi interior. La mejor manera de deshacerse de ellas: perdonando. Pero perdonando de verdad. Perdonar es amar, tanto al otro como a mi misma. Y el amor siempre vence al odio.
2. No hay nada malo en arrepentirse. A veces la vida nos da golpes para demostrarnos que ese no es el camino que debemos tomar. No tiene nada de malo arrepentirse de una decisión, especialmente si todo parece indicar que no era la correcta. El dinero va y viene; el tiempo nunca se pierde. Siempre queda algo para aprender de lo vivido.
3. Es bueno volver al calor del hogar. Para recargar el tanque de amor, no hay nada mejor que el amor de la familia y los buenos amigos. El apoyo y contención que he recibido este último mes ha sido tan abundante, que se me olvidan todos esos días en los que me sentí sola y perdida. Debo apreciar y agradecer a Dios por las personas que me rodean.
4. Debo tomarme mi tiempo para sanar. Así como cuando los deportistas se lesionan y deben suspender temporadas de torneos para poder recuperarse. Mi salud emocional también debe ser tomada en cuenta. Debo tomar el tiempo necesario para recuperarme y luego seguir adelante con más fuerzas que nunca. Renacer de las cenizas, como el ave fénix.
5. Tengo la posibilidad de empezar de nuevo. El simple hecho de haber sobrevivido y de estar viva es un motivo para celebrar. Incluso si todavía estoy recuperándome, tengo la oportunidad de seguir viviendo. Y eso no tiene precio.
The first thing you should know is that I’m probably not gonna teach you how to get over your quarter-life crisis. It’s unavoidable. You have to live it on your own. In fact, I have desperately looked for a guide like this throughout my whole life, without being able to find something that could remotely help me.
After having what could definitely be the worst year of my life so far, I decided to write that guide that I was so desperately seeking. My experiences were very unpleasant and definitely changed me (for good, I hope). Moving to another city, having crazy roommates, almost getting attacked by a shark (or something that looked like a shark), losing a job, breaking up, losing friends, and a horrible car accident, are just a few of the misadventures of this 25-year-old that’s just trying to get through yet another year. Call it a quarter-life crisis or as you wish, the accident was the event that changed me the most: I am more fragile but also much wiser. But I am getting stronger every day. Both physically and emotionally. There is a silver lining to every story. I want to tell mine, even if I can’t do it justice. Because there’s always something to learn from it.
So here it is. The first reflection. It’s called “Learning To Love Your Chaos”.
It’s hard to see that light at the end of the tunnel when everything around you seems to stumble, it’s dark, you’re alone, and even if you scream, you feel like no one can hear you. Life has a way of testing us for a while and you’ll always have two options, to give up, or to learn. I’ve been through the toughest year of my life: my year of growth. There’s got to be some lesson to learn from this. In midst of my chaos and everything that’s wrong, I still have reasons to believe that I’m gonna get through this. Starting today, I’m going to focus on the positive side of everything, and I want to share some lessons that I’ve learn in the middle of my chaos. After all, my chaos made me who I am. My accident shook me -literally- and even if I hit rock bottom, it taught me a few of the most valuable lessons.
1. Hate is useless. I had been accumulating hateful feelings for a while, resentments towards people that hurt me and frustration for not being able to understand certain situations. The best way to get rid of them? Forgiving. But truly forgiving. Forgiveness is love, for others and for myself. And love always beats hate.
2. There’s nothing wrong with changing your mind. Sometimes life beats us hard to show us that’s not the way we’re supposed to go. There’s nothing wrong with regretting a choice, especially if everything seems to point out that it was not the right one. Money comes and goes, and time is never lost. There’s always something to learn from what you lived.
3. It’s good to go back home. To refill your love tank, there’s nothing better than your family and friends. The love and support I’ve had from them during the last month has been so huge that I forgot all those days when I felt lonely and lost. I must appreciate people and be grateful for them.
4. You must take your time to heal. The same way athletes get injured and must heal during a whole season. Your emotional health should be taken care of, too. You need to take your time to recover and then move on stronger than before. Rise from the ashes, like the fenix.
5. You have the possibility to start over. The fact that I survived and I get to live yet another day is a reason for celebrating. Even if I’m still recovering, I have the chance to live. And that’s priceless.