No existe otra forma de felicidad.
He leído varios libros sobre la creatividad y las ideas. He aprendido que la persona creativa es, valga la redundancia, aquella que tiene la capacidad de crear; aquella que recibe las ideas y las hace realidad. La creatividad mezclada con el talento es un arma poderosa, y para el creativo no existe otro concepto de felicidad que no sea el de la acción de ‘crear’ algo para sí mismo, por la simple satisfacción de saber que aquella creación es como su hijo, y que ha puesto todo su amor y esfuerzo en llevarla a cabo. La autora Elizabeth Gilbert tiene un concepto muy interesante de las ideas en su libro ‘Big Magic’ (‘Libera tu Magia’ en español), en el cual plasma que las ideas siempre van a querer hacerse realidad, y van a buscar por todos los medios una forma de manifestarse, ya sea a través de una persona u otra. La idea, si tiene que existir, buscará su forma de hacerlo.
Los seres creativos tenemos cierta tendencia a ser hipersensibles a absolutamente todo (hablo en primera persona del plural porque me siento identificada). El ámbito creativo es sumamente complejo y exigente, y muchas veces los egos salen heridos porque nuestra ‘idea’ es destruida o criticada por otro. En los pocos meses que llevo asistiendo a una escuela creativa, he llegado a varias conclusiones con respecto a las ideas y la creatividad:
1. Siempre hay alguien que va a tener una idea mejor que la tuya. Quizás no siempre, pero casi. Hay que aprender a aceptar con humildad cuando nuestra idea simplemente no es tan buena como otra.
2. Las malas ideas tienen arreglo. Es decir, siempre hay formas de mejorarlas y hacerlas [casi] perfectas. Si tu idea no te parece lo suficientemente buena, sigue pensando. Algo bueno debes poder sacar de ella.
3. No se debe ser tan duro con las ideas de los demás. A cada quien le duele un poco que le critiquen a su ‘hijo’. Siempre es bueno sugerir, pero nunca obligar al otro a que piense como uno. También es recomendable ser claro y directo, pero nunca grosero.
4. Si estás realmente convencido de que tu idea es la que es, demuéstraselo al mundo. Yo suelo ser bastante terca con las mías, como una madre que siempre afirma que sus hijos son los más lindos. Pero lo importante no es que lo piense, sino que lo demuestre mediante acciones. Por qué es tu idea la mejor? Ejecútala. Pruébalo. Quizás con un apoyo visual sea más fácil de convencer a los demás de que es así.
Mis cuatro conclusiones de las ideas están siempre presentes en mi mente cada vez que me encuentro con lo que yo llamo un ‘creativity killer’ (asesino creativo), esas personas que, sin darse cuenta, te roban las ganas de seguir creando, ya sea por subestimarte, criticarte o no valorarte lo suficiente. Eso, y la noción de que lo más importante de todo está en nunca dejar de crear. Para nosotros, no existe otra forma de felicidad.