Guayaquil de mis amores

Hay ciudades tan familiares que te dan esa sensación de estar como en casa desde la primera vez que las visitas. Eso me pasó con Guayaquil. Tal vez por su naturaleza tropical, parecida a lo que fue mi casa en Venezuela, o quizás por su gente, que te recibe como si fueras un guayaquileño más. No es la primera vez que escribo de Ecuador, precisamente porque no es la primera vez que voy (de hecho este año ya he ido 3 veces), y cada vez que vuelvo me siento más en casa. 

Muchos turistas internacionales pasan por Guayaquil pero no se quedan mucho tiempo. Lo usan como escala para ir a otros lugares como Montañita o las islas Galápagos. Sin embargo, aquí voy a darles 5 razones para que visiten Guayaquil, exploren la ciudad y se enamoren (como yo).

  1. Las Peñas y el Cerro Santa Ana

Creo que después de haber recorrido varias ciudades latinoamericanas, me di cuenta que las casitas de colores son un denominador común en los centros coloniales de las mismas. En el caso de Guayaquil, está las Peñas, un barrio ubicado en la falda del cerro Santa Ana (parecido a mi Caracas) y a la orilla de un río (que me recordó al Lago de Maracaibo). Las casitas, pintorescas, tienen todas un color distinto. El sector ha sido restaurado para ser atractivo turístico. Convenientemente ubicado en el centro de la ciudad, tiene numerosos bares y restaurantes abajo, y unas escaleras que te llevan hasta la cima del cerro y hasta el mirador, donde ves la ciudad desde arriba. Dicen que en este barrio vivieron varios personajes célebres de Ecuador y de latinoamérica, entre ellos el Che Guevara, y fue visitado por otros como Hemingway y Pablo Neruda.

2. La Perla

Es una rueda moscovita ubicada en el famoso Malecón 2000, que también es buenísima para subirse y ver la ciudad desde arriba. El paseo dura aproximadamente 10 minutos y la verdad es que no se siente el movimiento. Yo tengo mucho miedo a las alturas y no fue tan grave. Sin embargo, lo más lindo de la Perla es que es muy fotogénica: de día, de noche o al atardecer…no fuiste a Guayaquil si no tienes una foto en la Perla.

3. La Isla Santay

En el Río Guayas hay una isla que conecta a Guayaquil por un puente. La isla Santay fue un misterio para mi, porque la recorrí en bici y no me esperaba nada de lo que vi. Es como entrar en una selva pantanosa, 100% naturaleza a pesar de la caminería que construyeron para poder recorrerla. No hay mucho, solo un par de kioscos donde venden bebidas y algo de comer. De resto, animales: muchas iguanas, murciélagos, mapaches y hasta osos hormigueros. El recorrido termina en el barrio donde viven los habitantes nativos de la isla: muy humildemente y en casas reconstruidas sobre el agua. 

4. El Parque Histórico

El Parque Histórico fue otra sorpresa, porque no me esperaba encontrar una mini selva en medio de la ciudad. Es algo así como un zoológico dentro de un parque, pero también tiene un restaurante, una casa-museo estilo colonial y una iglesia, rodeadas de un jardín con miles de flores y árboles por todos lados.

5. La comida (el bolón)

No es un secreto para nadie que la comida en Ecuador es de las más ricas del continente y en Guayaquil se come rico en TODOS lados. Mi parte favorita es el desayuno: el bolón y el tigrillo son ahora de mis desayunos favoritos, hechos con plátano verde y queso blanco, puedo decir que he probado bolones en muchísimos lugares y no me canso. Realmente es el secreto mejor guardado de los ecuatorianos y siempre me pregunto por qué no hay bolón en el resto del mundo. Algunos lugares que me gustan para desayunar: Verde con Café, Dulce Sal, el Bolón de Tere, Sambolón. Para comer comida típica ecuatoriana (que se parece un poco a la venezolana también y por eso LA AMO) me gustó mucho la Pizarra en Samborondón y Mami T en el Puerto Santa Ana.

Adriana PorrasComment